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NACIONALES

15 de julio de 2025

Bullrich lanza una “escuela de espías” y despierta polémica en el sistema de seguridad

El Ministerio de Seguridad creó un consejo académico para capacitar agentes encubiertos en delitos complejos. La iniciativa, liderada por el juez Ricardo Basílico, fue criticada por sectores de las fuerzas federales que acusan al Gobierno de “hollywoodizar” la inteligencia criminal.

El Gobierno nacional oficializó este martes la creación del Consejo Académico para la Formación y Capacitación de Agentes Encubiertos, un nuevo organismo que definirá los criterios de enseñanza, evaluación y formación para quienes actúen bajo cobertura en investigaciones de alta complejidad. La medida quedó establecida a través de la Resolución 829/2025 del Ministerio de Seguridad, firmada por la ministra Patricia Bullrich y publicada en el Boletín Oficial.

El flamante consejo funcionará bajo la órbita de la Unidad Especial de Agentes Encubiertos y estará presidido por el juez federal y docente Ricardo Ángel Basílico, quien estará acompañado por representantes del Poder Judicial, del Ministerio Público Fiscal y de las fuerzas federales. Su objetivo declarado es garantizar una formación “de excelencia” para aquellos efectivos encargados de infiltrarse en redes criminales.

Según la normativa, el consejo será el encargado de diseñar los contenidos curriculares, seleccionar a los docentes, coordinar cursos y jornadas de entrenamiento, y promover programas de perfeccionamiento para agentes ya activos. Desde la cartera de Seguridad aclararon que la iniciativa no tendrá impacto presupuestario, ya que todos los miembros desempeñarán sus funciones ad honorem, salvo el coordinador ejecutivo, quien podría contar con dedicación exclusiva si el programa así lo requiere.

En paralelo, el Gobierno presentó el Protocolo para Agentes Encubiertos Digitales (Resolución 828/2025), que regula el accionar de efectivos que operen en redes sociales y entornos virtuales con identidades ficticias. El protocolo contempla la creación de documentación falsa -avalada por el Renaper-, el uso de avatares digitales y la eliminación de cualquier rastro de identidad ficticia una vez culminada la operación, salvo que deba preservarse por motivos de seguridad.

Críticas internas: “Esto no se enseña en un aula”

Aunque desde el Gobierno celebraron la medida como un avance en la lucha contra el crimen organizado, no tardaron en surgir voces críticas desde el interior del sistema de seguridad. Una fuente con trayectoria en fuerzas federales, consultada por el portal Data Clave, calificó la propuesta como “una burrada total”.

“El encubierto no se forma en un aula ni se elige por currículum. Se detecta en la calle, con años de experiencia, evaluaciones informales y situaciones de riesgo real. Lo que quieren hacer es copiar a Hollywood”, lanzó con dureza el vocero, bajo condición de anonimato.

Según esta visión, la creación de una escuela institucionalizada para agentes encubiertos responde más a una lógica cinematográfica que a criterios operativos reales. “Confunden al FBI con las películas de Matt Damon. Así no se combate el crimen organizado. Está en juego la vida de la persona y la de sus compañeros”, sostuvo.

Las críticas también apuntan al riesgo de burocratizar y exponer a quienes deberían operar en absoluto sigilo: “Mientras más estructuras institucionales le pongas al trabajo encubierto, más chances hay de fallar. Esto requiere discreción, no titulares en el Boletín Oficial”.

La apuesta de Bullrich en su cruzada contra el crimen organizado

Lejos de retroceder ante los cuestionamientos, desde el Ministerio de Seguridad sostienen que la medida busca profesionalizar una función crítica dentro de la lucha contra delitos complejos como narcotráfico, trata de personas, corrupción o terrorismo. La elección del juez Basílico al frente del consejo responde, según indicaron, a su amplia trayectoria académica en derecho penal, derechos humanos y criminología.

Con esta apuesta, Bullrich refuerza su estrategia de endurecimiento frente al delito, aunque la implementación de una “escuela de espías” bajo formato académico revela un intento inédito de institucionalizar y transparentar funciones históricamente envueltas en secreto.

A partir de ahora, resta ver si el experimento se transforma en un modelo exitoso o si, como temen algunos sectores, termina burocratizando una de las tareas más delicadas del aparato de seguridad estatal.

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